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Paula Reyes, artista y escritora: “Es un error hablar del arte como consumido y del tiempo como invertido”

Paula Reyes, artista y escritora: “Es un error hablar del arte como consumido y del tiempo como invertido”

Paula Reyes (Getafe, 29 años) no concibe la vida sin arte. Lo que más le divierte es actuar, aunque el amor que siente por la interpretación, dice, no es recíproco. Pero sus cuatro años en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid no fueron en vano, porque allí conoció a Adriana Ubani, con quien más tarde formaría el grupo Pipiolas. A través de un sonido ecléctico que mezcla variantes del pop con house e incluso techno, dan otra vida a muchos de los poemas de Reyes. Su álbum No hay un Dios y dos EP en tres años les ha servido para hacerse un hueco en la escena indie española, además de colaborar con artistas como Rigoberta Bandini o Kiko Veneno.

Reyes es compositora de la banda y también escribe poesía y narrativa. A veces entremezcla estas últimas, como en su libro joder y gracias (Aguilar), donde, aprovechándose en ocasiones de crudo sarcasmo, explora el dolor por la pérdida, el amor (y por consiguiente el desamor), y en definitiva, todas las dudas y traumas que abarcan a una generación de jóvenes. Aunque seguro que más de un boomer también se ha sentido representado.

Pregunta. ¿Escribir le ha acompañado toda la vida?

Respuesta. Siempre. Desde que supe escribir, he escrito. Era mi manera de conversar con el mundo y de entender mis emociones.

P. A la protagonista del libro, Enriqueta, le da mucha rabia que su hermano hiciera dos faltas de ortografía en su nota de suicidio.

R. Ella concretiza el dolor en algo, en apariencia nimio, pero que no lo es, como son las dos faltas de ortografía, pero es la manera que tiene de hacer ese abismo más tangible o algo con lo que va a poder dialogar porque se hace un poco más cercano a ella.

P. ¿Fue idea suya mezclar prosa y verso?

R. Sí, se lo planteé a mi editora y le pareció superguay. Me pareció una oportunidad para reflexionar sobre los géneros, que sean cada vez más fluidos. He querido hacer una prosa poética, un poco hasta chabacana. Porque las emociones son chabacanas a veces, o no son bellas todo el tiempo. De hecho, creo que la belleza aleja un poco de la verdad.

P. Escribe en el libro: “El sedentarismo emocional es hoy un acto punk”.

R. Hoy es mucho más complicado quedarse en un sitio. Requiere mucha gestión, requiere mucho más tiempo incluso. Aunque parezca extraño, es verdad. Creo que cuesta mucho más mantener vínculos de por vida que variarlos un poco, que no está ni mejor ni peor, simplemente reflexiono sobre que lo que impera es la inmediatez.

P. ¿Es más fácil irse que quedarse?

R. Pero por el contexto en el que estamos. Yo estoy en el cine y pienso: “¡Ay!, tengo que ver esta peli también“. Las opciones son mucho mayores y nos pasa igual con los vínculos. Pensamos en si estamos invirtiendo realmente bien, en vez de ver si la persona que tengo delante me interesa y me quiero quedar o no. Hablamos del arte como consumido y del tiempo como invertido y eso es un error para mí.

"El arte es lo que mejor se me da y lo que me hace asumible la vida", dice Paula Reyes.
"El arte es lo que mejor se me da y lo que me hace asumible la vida", dice Paula Reyes.Jaime Villanueva

P. ¿Cómo le afecta esta era de la inmediatez?

R. Cuesta muchísimo más concentrarse. A mí, amando la literatura, me costaba mucho a veces acabar según qué libros y he aprendido a leer cuatro libros a la vez. A lo mejor estoy con 10 páginas de uno, de repente la mente me va a otro y entonces cambio.

P. ¿Qué le sirve de inspiración?

R. Sobre todo las palabras de otras autoras, el cine, exposiciones... Ahora mismo estoy ultraconectada con la directora Agnès Varda, un poco gracias a Filmin, que ha puesto casi su filmografía entera y si no era difícil acceder a ella. Las propias conversaciones con mis amigas son para mí una fuente de inspiración absoluta.

P. ¿Espera poder vivir del arte toda la vida?

R. Ojalá. El arte es lo que mejor se me da y es la manera que tengo de conversar con el mundo y no sentir tanto el abismo de la existencia, sino simplemente apartarlo de mi mente. Estar en contacto con el arte para mí es una necesidad. Va a sonar muy profundo y trascendental, pero me hace asumible la vida. Ya que estamos aquí, que no le veo el sentido de base, pues al menos el lenguaje que tengo para comprender el mundo es este.

Vivir del arte es una frase un poco estigmatizada. Se usa un poco como para decir que quieres vivir de la nada, del aire

P. ¿Qué le divierte más: escribir, cantar o actuar?

R. Todo. Supongo que me divierto más como actriz, pero aunque yo quiero mucho al mundo de la interpretación, siento que el mundo de la interpretación a mí no me quiere mucho.

P. Usted es madrileña. ¿Cómo se sobrevive a Madrid sin odiarla?

R. Bueno, he vivido entre Fuenlabrada y Alcorcón. En la actual Madrid se sobrevive renegando un poco de ella. Juzgándola mucho y luchando por muchas cosas que habría que cambiar y que hacen esta ciudad cada vez menos habitable. Creo que es lo más sano que se puede hacer con Madrid. Ponerla en tela de juicio todo el tiempo, porque yo la quiero mucho y por eso cuando se hacen ciertas cosas duele tanto.

P. Por otro lado, ¿qué tiene Madrid que engancha?

R. Que es una ciudad increíble. Me encanta Madrid en agosto, que es cuando no hay casi nadie. Tiene algo como especial que le hace volverse una ciudad un poco secreta cuando normalmente es una bastante desnuda.

P. ¿Cómo se sigue creando arte cuando más de la mitad del sueldo se va en alquiler?

R. O casi el sueldo entero. Mira, yo sobrevivo gracias a la ayuda de mis padres, si no es completamente imposible. He llegado a tener cinco trabajos a la vez entre tiendas, comercio y cosas artísticas y ni aun así he podido. Conozco a muy pocas personas que puedan estar dedicándose solo a esto.

En la actual Madrid se sobrevive renegando un poco de ella

P. ¿Ha tenido trabajos más mundanos?

R. Claro, yo he estado mucho tiempo vendiendo bragas. Creo que todo el mundo debería hacer una mili de trabajo de cara al público. Comprenderíamos mucho más a la persona que se tiene delante. Ha sido un estudio sociológico interesante, pero en enero dejé la tienda. Notaba que cada vez no podía más, aumentaban mis inquietudes, el grupo de Pipiolas avanzaba mucho y requería de mucha energía y dedicación.

P. ¿Podemos esperar más libros?

R. Para mí esto no ha sido publicar una vez y ya está. Quiero que escribir sea mi profesión también. Además, tengo el privilegio de que mis padres me apoyan en todo lo que hago y sin eso, no es tan fácil aventurarse a vivir del arte, que es una frase un poco estigmatizada. Suena a que quieres vivir de la nada, del aire.

P. Más de la mitad de las mujeres de la industria audiovisual ha sufrido alguna violencia sexual. ¿Cómo se para esto?

R. Creo que la base está en que no se ponga siempre el foco que la denuncia tenga que partir de las mujeres. La propia existencia de género siendo mujer ya es una propia denuncia. Que siempre se espere que seamos nosotras las que chillemos no es justo.

P. ¿Pasa igual en la música?

R. Si para ser escuchadas hace falta un Equal [una lista de reproducción de Spotify pensada para dar más visibilidad a las mujeres], no vamos a colarnos en las listas de grandes éxitos, que es de verdad cuando un hombre nos pondrá en su coche. Es análogo absolutamente a cuando se hacía literatura para mujeres. Que la voz provenga de una mujer no significa que sea una voz femenina. Lo que pasa es que nosotras hemos leído, hemos escuchado música hecha y dicha por hombres y mujeres, y los hombres no. Pero no creo que sea una cosa proactiva, sino educacional. Si considerara que es una cuestión natural de género, no tendría ningún sentido la lucha feminista, porque entonces daríamos a los hombres por perdidos absolutamente. Es educacional y el cambio tiene que venir de ahí.

P. ¿A qué se tiene que aferrar una persona joven hoy?

R. Pues hay mucha gente que se aferra a las benzodiazepinas. Supongo que muy al presente y a tu entorno de amigos, que es como la frase horrible de: “La familia que uno elige”. Pero es verdad. Supongo que hay que buscar tu espacio para hacer un poco más apacible este lugar hostil en el que se está convirtiendo todo.

P. ¿Teme que se le acaben las ideas... o las emociones?

R. Bueno, si se acaban las emociones es que estamos muertos. Puede acabarse la inspiración, pero las ideas nunca. Es lo último que te pueden quitar. Y es una cosa que va a ir siempre ligada a una misma. Pueden estar en constante cambio, pero nunca van a dejar de formar parte de mí.

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